La Chispa de Dios.

Cuenta una leyenda que al terminar Dios la creación del mundo decidió dejar una chispa de su ser en la humanidad, pero quería dejarla en un lugar difícil de encontrarla, ya que el ser humano valora muy poco todo aquello que encuentra con facilidad.


Reunido al "Gran Consejo Celeste", sus miembros comenzaron a aconsejarle: Tenéis que esconder la chispa sobre lo más alto de la tierra, o en la mayor profundidad posible, o en el medio de los océanos. A cada propuesta respondía negativamente Dios, ya que estaba seguro que en esos lugares el ser humano, con su espíritu aventurero, con la tecnología y con su aguda inteligencia sería capaz de descubrirla.


Pero a Dios se le ocurrió un lugar seguro: "Voy a esconder mi chispa divina en el lugar más inaccesible de cuantos ustedes y el ser humano puedan imaginar. En un lugar de muy difícil acceso. Voy a esconderla... en lo más profundo de la persona".

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